La contaminación plástica se ha transformado en una emergencia ambiental y sanitaria planetaria, pero los intentos por alcanzar un tratado internacional vinculante para frenar su producción siguen enfrentando serias trabas políticas y económicas.
Impulsadas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las conversaciones para un tratado global permanecen estancadas, bloqueadas por la presión de petroestados y conglomerados industriales que buscan atenuar las metas de reducción.
El próximo mes de agosto, Ginebra será sede de una nueva ronda de negociaciones, en un intento por destrabar el diálogo.
El contexto es complejo: la última cumbre celebrada en Busan, Corea del Sur, concluyó sin avances sustanciales, debido a la oposición de un grupo de países liderados por Arabia Saudita, renuentes a cualquier restricción sobre la producción plástica.
Fuente: Noticias Ambientales