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Hace solo unos años, habría sido difícil considerar que una maceta desechada era basura electrónica. Pero con nuestra continua evolución tecnológica -incluidas las macetas digitales de autorriego- hasta los productos corrientes se transforman. Y la cantidad de residuos electrónicos aumenta.

Los montones de residuos electrónicos que se acumulan en todo el mundo incluyen cualquier producto desechado con batería o enchufe, desde teléfonos móviles, lavavajillas y pequeños juguetes hasta macetas de última generación.

El último Monitor Mundial de Residuos Electrónicos mostró que el mundo produjo la cifra récord de 62 millones de toneladas de residuos electrónicos en 2022. Sólo el 22% de esos residuos se recicló formalmente. La misma cantidad de residuos electrónicos -incluidas placas de circuitos, cables, metal, vidrio y plásticos que contienen componentes electrónicos- acabaron en vertederos.

Es hora de afrontar la crisis mundial de los residuos electrónicos. Todos nosotros -consumidores, fabricantes y gobiernos- tenemos que esforzarnos más para afrontar este reto cada vez mayor.

Al centrarnos en los grandes retos mundiales de sostenibilidad y desarrollo, debemos aceptar que los residuos electrónicos son uno de los flujos de residuos de más rápido crecimiento en el mundo.

Los residuos electrónicos no solo aumentan el volumen total de residuos, sino que también acumulan miles de millones de dólares de recursos valiosos, como oro, cobre y plata, impidiendo su reutilización. Esto aumenta los riesgos de contaminación en las comunidades. Y crea la necesidad de nuevas explotaciones mineras para satisfacer la demanda. Solo en 2022, se tiraron a la basura recursos naturales por valor de 62.000 millones de dólares sin ser recuperados.

Fuente: Infoqom

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