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Cada vez que una persona saluda, agradece o intercambia frases amables con un sistema de inteligencia artificial, se activa una estructura invisible pero altamente demandante: centros de datos que consumen grandes cantidades de energía para procesar esas interacciones.

Científicos, ingenieras y desarrolladores están comenzando a debatir el impacto ambiental de estas prácticas cotidianas, conocidas como “cortesía digital”.

Según diversas investigaciones, los modelos avanzados de IA requieren hardware especializado, cuyo uso energético es significativo durante el entrenamiento y despliegue. En los centros de datos, entre el 40 y 50 % de la energía se destina a los servidores, y hasta un 30 o 40 % al sistema de enfriamiento, debido al calor generado por la actividad computacional.

Cortesía versus sostenibilidad: un equilibrio necesario
Aunque expresiones como “hola”, “por favor” o “gracias” parecen inofensivas, cada una activa la arquitectura de datos que da respuesta a los usuarios. A pequeña escala, su impacto es mínimo; pero multiplicado por millones de usuarios diarios, el consumo energético puede ser notablemente superior, explican investigadores especializados.

El sistema ChatGPT, citado en el informe, reconoce que la cortesía mejora las respuestas, generando interacciones más completas y personalizadas. Sin embargo, también admite que no necesita excesos lingüísticos para brindar información adecuada, y recomienda una comunicación clara y directa, sin fragmentar la conversación en múltiples entradas triviales.

“Buscar el equilibrio entre amabilidad y eficiencia es clave para avanzar hacia una inteligencia artificial más sostenible”, señalan desde el sector académico.

Fuente: Noticias Ambientales

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