En un contexto donde la sustentabilidad se vuelve cada vez más central en las decisiones de consumo, la empresa cordobesa Enpolex tomó una decisión clave: migrar el 100% de su producción de packaging para heladerías a Biopek, una materia prima biodegradable que promete revolucionar el sector.
La transición no fue sencilla y llevó años de desarrollo en conjunto con Styropek, una empresa mexicana especializada en materiales plásticos. Sin embargo, los resultados están a la vista.
“Este avance representa para nosotros un logro significativo. Biopek no solo es un producto innovador, sino que reafirma nuestro compromiso con la sostenibilidad”, asegura Mariano Comba, CEO de Enpolex, en diálogo con Ámbito.
El punto de partida de este cambio fue un desafío técnico y ambiental. El EPS (poliestireno expandido), conocido popularmente como telgopor, es un material ampliamente utilizado en la industria del embalaje por sus propiedades térmicas y su bajo costo, pero tiene un problema clave: su degradación en el ambiente puede tomar más de un siglo.
“Sabemos que la economía circular es clave y apostamos al reciclado, pero la realidad es que en Argentina solo un 14% del EPS entra en procesos de reciclado. Muchas veces los envases terminan en rellenos sanitarios, y ahí es donde queríamos hacer la diferencia”, explica Comba.
Biopek, lo nuevo en sustentabilidad
El resultado fue Biopek, un material que mantiene las propiedades del EPS tradicional pero con una biodegradabilidad mucho más acelerada. “Lo que logramos es que en un entorno de vertedero, con humedad y microorganismos, el material se descomponga en menos de cuatro años. Es 25 veces más rápido que el telgopor común”, detalla el empresario.
Pero el cambio no solo es ambiental, sino también comercial. En un mercado donde la sustentabilidad es cada vez más valorada por los consumidores, las grandes cadenas de heladerías fueron las primeras en adoptar esta innovación. “Ya migramos toda la producción de envases térmicos para heladerías, con clientes como Grido y Helados Daniel, entre otros, que apostaron de lleno por esta transición”, comenta Comba. La aceptación del nuevo material fue tal que la empresa ya trabaja en expandir su uso a otros sectores. “Estamos en pruebas con embalajes industriales y farmacéuticos, porque este material tiene aplicaciones muy interesantes en la cadena de frío, como el transporte de medicamentos”, agrega.
El cambio, sin embargo, implicó una fuerte inversión en infraestructura y producción. Enpolex opera desde tres plantas en Córdoba que suman más de 22.000 metros cuadrados y emplea a más de 200 personas. “Toda esta transformación requirió años de pruebas y mejoras, pero hoy podemos decir que estamos en condiciones de abastecer una demanda creciente sin problemas”, dice Comba. Uno de los puntos clave del modelo de negocios fue no trasladar los costos de la innovación al cliente. “Logramos salir al mercado con el mismo precio que el EPS tradicional. Sabemos que cuando una solución sustentable cuesta más, muchos consumidores la descartan. Queríamos que esta transición sea accesible para todos”, explica el CEO.
El futuro de Enpolex está marcado por la expansión. Con la industria local en recuperación y con nuevas regulaciones ambientales en mercados como la Unión Europea, la empresa busca consolidarse también en el comercio exterior. “Vemos una oportunidad enorme en mercados donde la sustentabilidad es una prioridad. Chile, Brasil y México ya están avanzando en regulaciones más estrictas sobre plásticos y ahí podemos aportar soluciones concretas”, afirma Comba.
Más allá de los objetivos comerciales, el CEO enfatiza la importancia de un cambio en toda la industria. “Nosotros fuimos los primeros en migrar el 100% de nuestra producción para heladerías, pero queremos que toda la industria evolucione hacia modelos más sustentables. No tiene sentido restringir estas soluciones solo para algunos. La sustentabilidad es una meta global”, concluye Comba.
Fuente: 24 horas Jujuy